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Catalunya siempre fue una tierra de acogida para los refugiados. Durante la Guerra Civil española y tras la caída del Frente Norte republicano, muchas personas, sobre todo mujeres y niños procedentes de tierras tan alejadas como Asturias encontraron cobijo en esta tierra. También Llavaneres en esos tiempos terribles, dio refugio a 200 personas procedentes de otros lugares del Estado.
Visto con perspectiva asusta mucho pensar como la Historia es cíclica y como los fantasmas de las guerras pueden despertarse bruscamente también en Europa. Y eso está sucediendo ahora mismo. Nunca nuestro mundo nos ha parecido tan frágil. Nunca tan líquido. Después de la ferocidad de la pandemia, nos asaltan ahora los miedos de Ucrania y otra clase de bazas que Putin pudiera estar barajando. En medio de esta convulsión Llavaneres no ha querido ver la guerra solo a través de las pantallas de los televisores, sino que ha decidido involucrase.
Por ello hace unas semanas llegaron a nuestro municipio las primeras veinte personas procedentes de Ucrania, en su mayoría niños y adolescentes que han viajado en un vuelo fletado por el consulado español en Polonia y que al llegar a Barcelona han sido atendidos y acompañados por la asociación llavanerenca SI Dona hasta nuestro pueblo. Estos 20 refugiados has sido los primeros, pero no serán los últimos. En nuestra mano está que Llavaneres se convierta, en la medida de lo posible, en un lugar de descanso y alivio tras el terrible trauma vivido por todos ellos. Paralelamente nuestro pueblo se ha volcado también para aportar ayuda de todo tipo para los ucranianos y un cargamento de material solidario partió en el mes de marzo hacia ese destino.
Nos tocará hacer más. Nos tocará responder. Nos tocará ser aún más solidarios.
